Cuando deje mi clase de percusiones me sentí como el novio inseguro que deja a su novia, la mas perfecta, solo por que se da cuenta de que ella esta dando todo por el y el no tiene mucho para dar. Si lo analizo aquí es donde quedo como el tipo que no pone su 100% para darle lo mejor a su amada-que no solo da todo sino que es el amor de su vida- y en cambio me alejo por miedo a no ser lo suficientemente buena.
Y si, fui una completa gaznápira y cada vez que veo a mi profesor y lo saludo en la calle con una sonrisa ansiosa el me responde con una mueca indiferente y se aleja. Y si, me siento como un platito pequeño de popo además de que cada vez que recuerdo esos buenos momentos se me nublan los sentidos de lagrimas.
Y mis recuerdos quedaron sensibles… anhelo a mi profe, mi clase y ver mi mala técnica armándose sobre el tambor con cascaron escarchado que ponía con mucho esfuerzo sobre su base. Incluso extraño su cara de decepción simpática y dibujar una sonrisa en su cara rígida con mis bromas absurdas. Pero aun mas extraño el sonido de mis baquetas regaladas sobre el parche de plástico…
“Duelen las manos al golpear un tambor, pero duele aun mas soltar la baqueta”
